Hasta aquí llega la melodía
y te veo Catedral.
Te miro entre verde de árbol
debajo están los anticuarios.
Atrapada en este lance
me digo, al aire, a ese si
que no lo coge nadie.
Y así me vienen
mezcladas con oxígeno
las notas libres de flauta.
Hasta aquí llegas hermano.
Nadie podrá matarme
el grito, el canto del alma.
El culo sentado en la silla
aula estúpida,
de absurda mañana surrealista.
Tema el trabajo
por cuatro duros que nos dan
vaya lo que hay que tragar¡
Aquí todos a la fuerza
Y encima con su realidad a cuestas.
Fiesta, fiesta por fin
ya nos podemos ir.
Solo queda firmar el presidio.
Música espera que ya bajo
que me escapo con el aire.
Las niñas sentadas en las sillitas de madera no nos atrevíamos a decir ni mu. Un señor alto disfrazado con un vestido blanco hasta los pies, se movía de acá para allá en aquel semicírculo improvisado.
Manolita miraba tras las rejas las magnolias que colgaban descaradas. del árbol de hojas brillantes.
Existió un reino perdido entre las telarañas del tiempo, donde los habitantes vivían aterrorizados, por un rey déspota, que estaba obsesionado por el control de todas sus gentes.
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