Relatos 21/10/2024

magnolia

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Manolita miraba tras las rejas las magnolias que colgaban descaradas. del árbol de hojas brillantes. Su mirada de carboncillo dibujaba paisajes marinos donde solo un muro de ladrillos rojos le devolvía la frontera de su presidio.

Puri se le acerco de puntillas por detrás y con la imprudencia de la adolescencia le beso su cuello delgado.

--Coño ¡que haces que nos va a pillar la monja – con sus dedos delgados se apartaba el flequillo a lo garcon que jugaba con sus pestañas – vete ya nos vemos luego.

Puri se alejó mezclándose entre las chicas que reían en el salón, hablo con ellas de cualquier cosa.

Manolita abrió la puerta de su habitación, apenas una cama estrecha , una mesita vieja  al lado de un armario, que lloraba historias de convento por sus grietas. Cerro de un portazo la vieja madera, y se quedó esperando hasta la 1 de la madrugada la visita de su amiga.

Risas y besos sin medida recorrían el aire de su cuarto, se dieron todo el amor que desde niñas les negaron, allí en la residencia de mujeres abandonadas se encontraron.

--Puri me querrás siempre? – su cuerpo flaco se doblego en posición fetal, parecía tener miedo a la respuesta—Yo te quiero tanto ¡

--Manolita mira en cuanto encontremos curro, pues eso cogeremos un piso y nos iremos de esta mierda de sitio…ya verás – sus cabellos rubios se deslizaban por sus pechos pequeños y sus ojillos azules chispeaban – me voy para mi habitación, mañana nos vemos.

Todo cayó en la oscuridad en dos segundos, las rejas cerradas por todas partes mostraban su señorío y un par de magnolias blancas, sin recato, esparcían su perfume desafiando a la noche.

Manolita miraba tras las rejas las magnolias que colgaban descaradas. del árbol de hojas brillantes. Su mirada de carboncillo dibujaba paisajes marinos donde solo un muro de ladrillos rojos le devolvía la frontera de su presidio.

Puri se le acerco de puntillas por detrás y con la imprudencia de la adolescencia le beso su cuello delgado.

--Coño ¡que haces que nos va a pillar la monja – con sus dedos delgados se apartaba el flequillo a lo garcon que jugaba con sus pestañas – vete ya nos vemos luego.

Puri se alejó mezclándose entre las chicas que reían en el salón, hablo con ellas de cualquier cosa.

Manolita abrió la puerta de su habitación, apenas una cama estrecha , una mesita vieja  al lado de un armario, que lloraba historias de convento por sus grietas. Cerro de un portazo la vieja madera, y se quedó esperando hasta la 1 de la madrugada la visita de su amiga.

Risas y besos sin medida recorrían el aire de su cuarto, se dieron todo el amor que desde niñas les negaron, allí en la residencia de mujeres abandonadas se encontraron.

--Puri me querrás siempre? – su cuerpo flaco se doblego en posición fetal, parecía tener miedo a la respuesta—Yo te quiero tanto ¡

--Manolita mira en cuanto encontremos curro, pues eso cogeremos un piso y nos iremos de esta mierda de sitio…ya verás – sus cabellos rubios se deslizaban por sus pechos pequeños y sus ojillos azules chispeaban – me voy para mi habitación, mañana nos vemos.

Todo cayó en la oscuridad en dos segundos, las rejas cerradas por todas partes mostraban su señorío y un par de magnolias blancas, sin recato, esparcían su perfume desafiando a la noche.

 

Marisa Muñiz
michelie-henderson
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