Suma y sigue la fiesta,
andén de locos que andan,
vagón de tren proletario,
mis neuronas hechas un zoco,
cantando, bailando
con olor a mil porros locos,
canutos del cielo, todos fumados.
Se me han liado,
besos con desprecio,
mocho con armario roto,
trapo que saca brillo
con teléfono hacia el infinito
hermana con niña triste,
camino con suelo de plata
y yo entre un inocente aspirador
toda liada.
Suma y sigue la fiesta,
mañana toda enferma,
enferma hasta los huesos.
Ya no sé quién eres
ya no sé qué soy.
¿Tu princesa?
¿La chica de la limpieza?
¿Un trovador disfrazado?
¿Un segundo que se quema?
¡Yo qué sé!
¡Que baje Dios y lo vea!
Las niñas sentadas en las sillitas de madera no nos atrevíamos a decir ni mu. Un señor alto disfrazado con un vestido blanco hasta los pies, se movía de acá para allá en aquel semicírculo improvisado.
Manolita miraba tras las rejas las magnolias que colgaban descaradas. del árbol de hojas brillantes.
Existió un reino perdido entre las telarañas del tiempo, donde los habitantes vivían aterrorizados, por un rey déspota, que estaba obsesionado por el control de todas sus gentes.
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