Déjame que te quiera un poquito
que te diga cosas bonitas al oído
déjame enredarme en tus rizos
déjame detener tus caminos.
Darte un vaso de vino
añejo de mis sentidos.
Déjame que me quite el vestido
quiero bailar desnuda
la canción de tu olvido.
¿Me quieres?
Te quiero, te quiero.
No digas mentiras,
sí te quiero,
te quiero hasta donde quieras…
Tú no puedes evitar
esa magia que te envuelve,
ni yo puedo matar
el sueño que nos aparta.
Y ayer nos despedimos
con una sonrisa blanca,
silencio cálido, de nuestras miradas.
Que me importan a mi hoy
el mundo y sus madrugadas.
Solo déjame que te quiera un poquito
ya sé que te duele el alma,
mira ¡ya la luna nos espera
portando de ron, chocolatillos.
Las niñas sentadas en las sillitas de madera no nos atrevíamos a decir ni mu. Un señor alto disfrazado con un vestido blanco hasta los pies, se movía de acá para allá en aquel semicírculo improvisado.
Manolita miraba tras las rejas las magnolias que colgaban descaradas. del árbol de hojas brillantes.
Existió un reino perdido entre las telarañas del tiempo, donde los habitantes vivían aterrorizados, por un rey déspota, que estaba obsesionado por el control de todas sus gentes.
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