Andando por el camino
que poquitos te hacen caso
se queda callada, rota,
la verdad arrinconada.
En la Puerta del Ángel
tambores y flautas.
En tu honor he bailado
una canción boliviana.
Que como tú se llamaba
Paloma callada.
Dormido mi camino
deje todos los asuntos,
Citas y horas, desparramadas.
Un ratito te he llorado
borracha de buen vino
de ese, que a ti y a mí
nos gusta compartir tanto.
Momentos rebosantes de vida
auténticamente robados.
Las niñas sentadas en las sillitas de madera no nos atrevíamos a decir ni mu. Un señor alto disfrazado con un vestido blanco hasta los pies, se movía de acá para allá en aquel semicírculo improvisado.
Manolita miraba tras las rejas las magnolias que colgaban descaradas. del árbol de hojas brillantes.
Existió un reino perdido entre las telarañas del tiempo, donde los habitantes vivían aterrorizados, por un rey déspota, que estaba obsesionado por el control de todas sus gentes.
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