Esperas de la noche.
Deseosa de mirarse en el pobre,
y eso no lo dicen
ni los hombres ni
los diarios.
Esos que luego
vivirán dentro de tus zapatos
envolviendo tus pies
libres y cansados
de tanto pecho de hambre.
Clavado de risa
De miles de estrellas.
―Son las siete, temperatura ambiente veintitrés grados, humedad en el aire treinta y ocho por ciento, contaminación ambiental baja. Agenda para hoy, a las nueva cita en la Agencia de inteligencia estatal—y agregó, como cada mañana—Vivaldi, las cuatro estaciones...
Las niñas sentadas en las sillitas de madera no nos atrevíamos a decir ni mu. Un señor alto disfrazado con un vestido blanco hasta los pies, se movía de acá para allá en aquel semicírculo improvisado.
Manolita miraba tras las rejas las magnolias que colgaban descaradas. del árbol de hojas brillantes.
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