Esperas de la noche.
Deseosa de mirarse en el pobre,
y eso no lo dicen
ni los hombres ni
los diarios.
Esos que luego
vivirán dentro de tus zapatos
envolviendo tus pies
libres y cansados
de tanto pecho de hambre.
Clavado de risa
De miles de estrellas.
Las niñas sentadas en las sillitas de madera no nos atrevíamos a decir ni mu. Un señor alto disfrazado con un vestido blanco hasta los pies, se movía de acá para allá en aquel semicírculo improvisado.
Manolita miraba tras las rejas las magnolias que colgaban descaradas. del árbol de hojas brillantes.
Existió un reino perdido entre las telarañas del tiempo, donde los habitantes vivían aterrorizados, por un rey déspota, que estaba obsesionado por el control de todas sus gentes.
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