Estoy enferma de amores
se me quita el hambre
y el sueño se despierta.
Solo la locura de pensarte
el deseo esperando besos
y mi rostro descolorado.
Ojeras y endorfinas locas
saltando por toda la habitación.
Me muero por el opio de tu boca
drogada hasta los huesos
me escapo de mi cuerpo.
penetro lenta, suave en tu bragueta.
Escondida duermo en el rinconcito
que me van dejando
pétalos de rosa en tus bolsillos.
Mientras tanto la vida danza
al son de una trompeta que canta
este canto ya no se acaba.
Foto de Zach Guinta en Unsplash
Las niñas sentadas en las sillitas de madera no nos atrevíamos a decir ni mu. Un señor alto disfrazado con un vestido blanco hasta los pies, se movía de acá para allá en aquel semicírculo improvisado.
Manolita miraba tras las rejas las magnolias que colgaban descaradas. del árbol de hojas brillantes.
Existió un reino perdido entre las telarañas del tiempo, donde los habitantes vivían aterrorizados, por un rey déspota, que estaba obsesionado por el control de todas sus gentes.
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